Filo frío y profundo de un domingo,
la palabra del señor hace llorar a la niña;
la sospecha vuela como un estornudo,
quien tan inocente para cargar un pecado.
Del hombre es el rostro de Satanás,
y en su pecho amamanta a pocos:
«por que llorar hija mía? Que te dice dios?»
«Ese libro grande habla de papá.»
Entonces se lamenta por los pecadores,
por los que la ira provocan;
a mamá se le sonrojan los cachetes,
porque a la niña cuando está sola la tocan.
Encendido y penetrante la tarde del domingo,
dentro de casa se arreglan los problemas,
otra promesa y los ojos se ciegan,
aquel hombre con quien duerme no confiesa.
«Canaya hijo de perra,
habiendo tanta puta barata,
tanto hueco que alquila trincheras,
y te metes con mi hija? Con ella?»
Sorpresiva la noche del domingo,
mujer mata a su marido de un sólo tiro.